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  • Atención: ¡Quizás estás tirando tu talento por la ventana!

    Para ser productivo, prosperar y lograr satisfacciones en el mundo del trabajo no todo es “tener un empleo”. Hay que descubrir en uno mismo los pequeños –o grandes síntomas- que nos informan claramente de que no somos felices en este lugar, y prepararse para emigrar hacia otro. Resignarse porque “es imposible cambiar de empleo en estos días” es casi tanto como derrochar la propia vida. ¿Cuáles son estos síntomas?

    1. ‘Pasotismo’ y baja productividad

    Si eres una persona habitualmente entusiasta y poco a poco te has ido distanciando mentalmente de un trabajo que ya no te interesa, y andas siempre distraído con cualquier otra cosa menos con lo que hay que hacer, mejor dedicar tus energías a mirar hacia otro lugar en que ejercer tu profesión. Construir una barrera emocional entre tus colegas o jefes y tú, hace más fácil llevar a cabo una búsqueda de empleo. Pero tienes que ser consciente al mismo tiempo de que tu productividad va a disminuir más y más por tu paulatina falta de compromiso.

    2. Quejas y actitud negativa

    Si normalmente estas contento y poco a poco te conviertes en una persona quejosa…y que no soporta las quejas de los demás, mejor que dediques tu energía a buscar una nueva situación laboral. A lo mejor ya te has cansado de una posición que te incomoda y finalmente has decidido dar rienda suelta a tu frustración. Es el momento de mirar hacia otra parte.

    3. Absentismo

    Antes se podía contar siempre contigo, pero ahora cualquier excusa es buena para no ir a trabajar. Frecuentes enfermedades reales o imaginarias, te mantienen alejado de tu lugar de trabajo. Por primera vez en años estás utilizando hasta el final, todos tus días de vacaciones anuales. La idea es buena si tu capacidad de aguantar una situación insostenible ha llegado al límite. Pero asegúrate de que este tiempo que ‘te tomas’ para no trabajar, lo inviertes en encontrar una nueva posición laboral, llevar a cabo unos estudios para iniciar un nuevo rumbo en tu carrera, o llevar a cabo alguna otra actividad que tenga sentido dentro de tu estrategia personal y profesional. Evita a toda costa derrochar tu tiempo alimentando tu frustración, y canaliza esta energía negativa hacia actividades constructivas. De otro modo poco a poco tu autoestima bajará drásticamente, y con ella tu paz interior y tu bienestar.

    4. Cambios en tus hábitos de trabajo

    Te vistes cada día con más desgana, llevas siempre la misma ropa, llegas tarde al trabajo, cierras la puerta de tu oficina para mantener conversaciones telefónicas ‘secretas’, dedicas mucho tiempo al cuchicheo, desapareces de pronto y sin razón a media tarde… No lo pienses más: afila tus antiguas armas de “cazador de empleo”… y ponte a la labor.

    Lo que produce satisfacción en el trabajo son los logros, y si te invaden estos síntomas poca cosa vas a lograr. SI te falta reto en tu trabajo ponte el reto de encontrar un trabajo mejor: te aseguro que emociones no te faltarán… Si no tienes razones poderosas para hacer lo que estás haciendo, ves y haz aquello para lo que crees que has nacido, y no te engañes pensando que las cosas cambiarán. Las cosas… si cambian… cambian hacia peor. El único que puede llevar a cabo un cambio saludable en tu vida profesional eres tú. Empieza ya: no hay prisa…pero para llegar a algún sitio hay que empezar a caminar, un paso y después otro, y otro, y otro…

    ¿Qué otra cosa le dirías a quien tal vez sin saberlo, está tirando su talento por la ventana ?

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  • Re-enmarcado: técnica clave para negociar con clientes difíciles

    La técnica del re-enmarcado es muy útil, para conseguir transformar las percepciones negativas que evoca una determinada propuesta negociadora, en algo positivo, digerible y eventualmente aceptable por la otra parte, creando escenarios más cercanos al logro de la satisfacción mutua.

    En el mundo de la mediación familiar –que es donde se empezó a utilizar esta técnica- el re-enmarado ha supuesto entre otras cosas, un cambio de palabras para decir lo mismo. Así por ejemplo, al padre que no tiene la custodia de su hijo no se le llama “el que no tiene la custodia”, sino “el que tiene deberes parentales limitados”. Eliminando las palabras del proceso negociador que generan confrontación, cambia nuestra manera de pensar.

    En mediación familiar, para tratar por ejemplo de la distribución de la propiedad en un divorcio, la pregunta confrontacional sería: “¿Cómo puedo obtener todo el patrimonio que pueda para mí?” Re-enmarcar esta pregunta puede suponer sustituirla quizás por esta otra: “¿Cómo podemos dividir nuestras propiedades de modo que las necesidades de ambos queden satisfechas en el futuro?”

    El re-enmarcado o re-encuadre puede positivizar una objeción de un cliente potencial, con un contra-argumento que signifique pasar de la objeción a la ventaja. Casi diríamos que re-enmarcar es más una actitud positiva que una habilidad, que puede conseguir transformar una reclamación de un cliente, en un trampolín para conseguir mayores beneficios para ambas partes.

    Veamos a continuación algunos ejemplos:

    ¿En qué circunstancia te puede ser útil esta técnica?

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  • ¿Cómo identificar las señales de compra que emite el cliente?

    Fundamentalmente, observando las señales verbales y no verbales que nos envía su proceder. Hay que estar atento a lo que dicen sus palabras, pero también a los mensajes que recibimos como consecuencia de su voz, su mirada y su lenguaje gestual.

    Obvio que cada persona emite según sus propias claves, y aquí, una vez más, nada puede sustituir al conocimiento de la persona de nuestro interlocutor. Sin embargo, nos atrevemos a dar a continuación algunas pistas relativamente probadas, que pueden ayudarnos a decidir si ha llegado el momento de precipitar el cierre de la venta, o no.


    Image credit: audioundwerbung/123RF Foto de archivo

    PALABRAS

    • “¿Qué tipo de resultados puedo esperar?
    • ¿Hay otros modelos entre los que escoger?
    • ¿Cómo funcionará esto teniendo en cuenta mi situación?
    • ¿Qué tan rápidamente puedes poner este proyecto en marcha?
    • ¿Qué cuota mensual puedes ofrecerme?
    • ¿Puedo hablar con alguno de tus clientes?
    • ¿De qué importe es la paga inicial?
    • ¿Cuánto os tardaríais en entregarme esto?
    • ¿Ofrecéis algún otro descuento?
    • ¿Ofrecéis financiación?
    • ¿Podríais hacerme entregas parciales?
    • ¿Habéis trabajado con otras empresas de mi sector?
    • ¿Qué clase de garantías podéis ofertarme?”

     

    VOZ

    • Sonidos guturales que en definitiva quieren decir “ya veo”…
    • Voz tranquila, nada estridente
    • El cliente habla bajito o como para sí.

     

    MIRADA

    • Directa y serena
    • Pensativa y algo ladeada hacia la derecha
    • Expresión de satisfacción

     

    GESTOS

    • Lee con mucha atención la documentación relativa a nuestro producto/servicio
    • Movimiento/s de asentimiento con la cabeza
    • Inclinarse hacia delante
    • EL cliente da claras señales de que se está relajando
    • Toca el producto
    • Muestra cierta excitación
    • Ríe/sonríe
    • Da muestras de afecto (nos toca, nos da la mano…)
    • Mide las dimensiones del producto para ver si le encaja…

     

    Podemos añadir que cuando el cliente nos hace preguntas – genéricas o específicas-, es señal de que estamos en el buen camino. Si nuestro cliente ha tenido problemas en el pasado con nuestra empresa u otra de nuestro sector, es posible que nos haga varias veces la misma pregunta. Si esto ocurre, no hay que dar muestras de extrañeza, y contestar la misma pregunta cada vez. El cliente está buscando “seguridades” de que todo andará bien… o simplemente, quiere escuchar de nuestra boca varias veces la misma respuesta…

    Una señal positiva es que el cliente deja de plantear objeciones, acelera o ralentiza el proceso de venta, e intenta concluir la conversación amablemente. Si el cliente hace alguna de estas tres cosas estamos en el buen camino. Si hace las tres de forma consecutiva, puede ser que en unos minutos tengamos el pedido en el bolsillo sin más.

    ¿Estoy olvidando alguna señal importante?

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  • Acaba con la incomprensión en tus relaciones

    En nuestras relaciones con los demás, uno de los mayores peligros es confundir hipótesis con realidades. Si hago la hipótesis de que tal o cual propuesta será aceptada por mi interlocutor, pero la realidad es que su percepción al respecto es completamente diferente que la mía, no vamos a progresar. Si tú propones algo que tu “percibes” como bueno para ti y para tu amiga, pero ella no lo “percibe” así… estamos estancados. Hay que admitir que la “realidad” tal como yo la percibo, no es la única realidad…


    Image credit: zametalov/123RF Stock Photo

    Cuando otra persona emite palabras, cae en tres errores típicos que dificultan nuestra comprensión de su mensaje: las omisiones, las generalizaciones y las distorsiones. En suma: no nos da toda la información clave, porque construye leyes a partir de sus apreciaciones subjetivas, y da mensajes sesgados. Y esto, no solamente lo hacen nuestros amigos, clientes, colegas y subordinados: lo hacemos nosotros también.

    Tratando de superar omisiones, distorsiones y generalizaciones

    Llegar a entrever el verdadero significado de lo que alguien nos dice, es siempre una tarea apasionante y compleja. Pero resultará aun más interesante y fructífera, si somos conscientes de nuestros fallos como interlocutores en una relación.

    Las principales trampas las tiende nuestra subjetividad y prejuicios personales, que ocupando nuestro campo de visión, dejan el terreno abonado para interpretaciones falsas. Pero con recurrentes esfuerzos de análisis y comprensión, aplicación de la propia intuición, y mucha práctica, se puede llegar a ser un buen “lector” de personas.

    Para combatir subjetivismos que producen conclusiones irreales e injustas, es preciso conocer qué puede conducirnos a omisiones, generalizaciones y distorsiones de la realidad, en nuestros juicios de personas y situaciones, y/o en cómo nos explicamos. He aquí algunas causas:

    Conocerse poco. Conocerse poco, dificulta entender a los demás.

    Proyectar tu ‘yo’. Puesto que solemos estar más familiarizados con nosotros mismos que con los demás, a menudo atribuimos a los otros nuestros propios rasgos de carácter, que quizás el otro no posee. Así por ejemplo una persona pensante puede tener tendencia a creer que su interlocutor está reflexionando, cuando a lo mejor tiene hambre y está imaginándose un plato de lentejas. Resume esta idea la conocida sentencia popular: “Piensa el ladrón que todos son de su condición.”

    A veces el obstáculo está en que nos identificamos excesivamente con nuestro rol personal o profesional. Puede emborronar nuestra capacidad de entendimiento y comprensión de lo que nos dice la otra persona. Nos hace ver las frases sesgadas… como si las viéramos detrás de unos lentes mal graduados…

    Proyectar tu sensibilidad. Cada uno ve las cosas y personas que le rodean, en una combinación diferente de coloraciones de un espectro que va desde el blanco al negro, pasando por varias tonalidades de grises. Trata de ser consciente de dónde se halla tu propia sensibilidad dentro de este abanico, para corregir tus juicios espontáneos. De otro modo verás grises donde hay blancos y negros… o viceversa.

    Proyectar tus querencias. Es muy difícil dejar de guiarse por las propias simpatías o antipatías, al valorar lo que nos dice alguien. La parcialidad eleva o rebaja el referente con que juzgamos lo que nos dicen los demás.

    Un error típico, es confundir la credibilidad del mensaje con la del emisor. Si alguien es simpático, aceptamos cuanto nos diga. Así por ejemplo, hay quien escucha y acepta las ideas de gente famosa sobre temas muy importantes de su vida… y en cambio, presta poca atención a lo que dicen personas desconocidas, pero que por historia, vocación o profesión, resultarían mejores consejeras. Aceptamos o rechazamos el mensaje, según aceptemos o rechacemos al emisor.


    Image credit: doomu/123RF Stock Photo

    No filtrar interferencias. Vemos que los afectos y aversiones personales, pueden influir nuestros juicios sobre los demás. Pero estas simpatías y antipatías pueden estar injustificadas, y haber nacido en nosotros a través de un tercero: rumores, seguidores o saboteadores, etc. La crítica destructiva y malintencionada ejerce un poder corrosivo en nuestras relaciones con los demás. Trata de filtrar estas influencias externas.

    Extrapolar un solo rasgo. No suele ser prudente hacer precipitadamente un juicio integral de una persona, a partir de uno o dos aspectos que destacan y que son muy visibles en ella. Y sin embargo esta es una tendencia natural: la de simplificar y cerrar el tema con una conclusión demasiado apresurada. No debemos inferir por ejemplo, que una persona muy trabajadora sea además seria. Puede serlo… y puede no serlo.

    Dejarse traicionar por la memoria. Por supuesto que nuestra memoria a veces recuerda… y a veces no; pero además, no recordamos las cosas con precisión. Un hecho típico, es nuestro distinto grado de recordación en el tiempo. Solemos recordar con más intensidad conversaciones más recientes que las más alejadas en el tiempo… o todo lo contrario. En nuestra memoria, otorgamos más peso a los acontecimientos que están al principio o al final de un período, relegando a un segundo plano los que están en el medio. Al analizar la historia de una relación personal o profesional, todos los sucesos comprendidos en la misma deberían recibir la misma consideración… con independencia del momento cronológico en que tuvieron lugar.

    Juzgar lo que de verdad perciben las personas con total objetividad es prácticamente imposible, porque no nos ha sido otorgado el poder de conocer todos los hechos relativos a un ser humano concreto. Probablemente por ello, desde la antigüedad se nos invita a no juzgar al prójimo con la frase: “No juzguéis y no seréis juzgados”. Sin embargo, aunque nuestras relaciones no siempre exigen un juicio global de la persona de nuestro interlocutor, sí que es imprescindible evaluar sus actitudes y percepciones con acierto, al menos en lo que afecta al ámbito de nuestra interacción con él/ella. Por respeto y para tratar de progresar en nuestras relaciones personales y profesionales, estimar cómo son los demás, es una tarea que tendremos que llevar a cabo de la forma más justa y objetiva a nuestro alcance…

    ¿Cómo haces tú para estimar “cómo son” los demás?

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