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3 pasos para combatir la “soledad del líder” en la toma de decisiones

Se ha dicho muchas veces en el mundo laboral, que “como más arriba subes, más solo te sientes”;… y ello es debido a que los jefes tienen que tomar decisiones e implantarlas, con todos los riesgos que ello supone. En un mundo complejo en el que nunca se conocen suficientes variables para decidir con seguridad, el jefe es al fin y al cabo, el responsable de los éxitos o fracasos propios y de su equipo de colaboradores.

Cualquiera que haya liderado un proyecto o haya escalado a puestos de responsabilidad, ha sufrido este aislamiento “allá arriba”. A las personas que acceden de pronto a una posición de mando, esto les resulta sorprendente, inesperado y descorazonador. En un estudio de la Harvard Business Review, se pone de manifiesto que más de la mitad de los CEO experimentan la soledad del mando, y muchos de ellos ven esta soledad como un obstáculo en el proceso de su toma de decisiones. Y no solamente son los CEO quienes padecen de aislamiento: cualquiera que tenga una posición directiva y que perciba su puesto de trabajo “sin colegas”, puede percibirla de manera aguda.

Los mejores jefes tienen confidentes con quienes hablar claro y con la verdad por delante, y mantenerse así mejor informados. Pero se necesita valentía para escuchar la verdad que uno no quiere ver. Hay un peligro importante “allá arriba”: vivir demasiado centrado en uno mismo, y con escasa sintonía con otras personas y con lo que está ocurriendo “allá afuera”.

Es humano sufrir de aislamiento desde un rol directivo… ya que nuestras relaciones personales y profesionales son extremadamente importantes en la ecuación de nuestra efectividad y de nuestro bienestar. Sin embargo, este aislamiento solo se convierte en un problema cuando se traduce en decisiones mal tomadas, fatiga, frustración, y una visión negativa de las cosas.

Resolver esto solo puede hacerse dando absoluta prioridad a la práctica de la habilidad de “seguir conectado”. Ello puede hacerse de las siguientes formas:

1. Búscate un mentor o un coach. La ventaja del coach es que puedes tratar temas con una persona que no está directamente implicada en tus preocupaciones. Un buen coach te ayudará a descubrir puntos ciegos y aspectos poco aparentes de tus problemas, en lugar de tratarlos superficialmente y por tanto con menos efectividad.

Si ante determinada encrucijada no dispones de un coach, algunas preguntas clave –de coaching- que podrías hacerte antes de tomar la decisión final, son:

  • ¿Qué es lo que necesito saber –antes-?
  • ¿Qué preguntas tengo que hacer y a quién –antes-?
  • ¿Qué riesgo comporta esta decisión?
  • ¿Qué posibles escenarios post-decisión pueden darse?
  • ¿Qué probabilidades de éxito tiene esta decisión?
  • ¿Qué haré si se demuestra que esta decisión es equivocada?

 
Es cierto sin embargo que no a todo el mundo le encaja un coach. Para estas personas quizás un mentor juegue un mejor papel. Encontrar a alguien con una experiencia útil para lo que tú haces y que además se encuentre cómodo haciéndote de mentor, puede ser una gran cosa. Esta persona te entenderá perfectamente porque ha estado antes allí. Quizás sólo por esta razón, se sentirá motivado para hacerte de mentor.

2. Organiza un comité personal de consejeros. Verás que serás más eficaz como directivo. El grupo debería estar formado por personas con las que puedas hablar abiertamente. Gente cuyo saber hacer admiras, y cuyo criterio respetas y te inspira confianza. Pueden ser colegas de otras áreas o de organizaciones similares, o quizás personas de tu misma especialidad pero ya retiradas.

La idea es poder disponer de tres a seis personas con quienes intercambiar ideas periódicamente, y debatir sobre tus temores y nuevos retos para adquirir una mejor perspectiva de lo que tienes entre manos. Y es importante que estas personas sean muy diversas, para que puedan aportarte diferentes enfoques. Recuerda que en todo caso, tú serás quien tomará la decisión final… o la decisión de no decidir… y asumirás la responsabilidad.

3. Busca un grupo de “colegas”. Por ejemplo una asociación de directivos. Se trata de encontrar personas que están viviendo una circunstancia similar, y que quieran compartirla contigo. O si eres un nuevo empresario, busca una organización que aglutine personas con este perfil. Esta clase de contactos ayudan a aprender de los demás, y de sus progresos y dificultades.

¿De qué otra forma puede combatirse la soledad del mando? Me gustaría conocer tu punto de vista.


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  1. Adrián ChiognaAdrián Chiogna05-24-2014

    Aunque parezca paradójico, al CEO se lo inunda de datos pero carece de la información relevante.
    ¿Qué filtros ha sufrido esa información antes de llegar a ellos? ¿Serán sus colaboradores capaces de dar ‘las malas noticias’ especialmente si esas malas noticias pueden revelar algún tipo de error o negligencia de su parte? ¿Serán capaces incluso de dar las malas noticias si eso supone que puedan ser sospechosos de resistencia o, tal vez para evitar convertirse el mensajero que puede acabar siendo víctima de su mensaje? ¿Proporcionarán información sesgada si eso favorece su posición o intereses?

    La Honestidad Intelectual como valor preciado: ¿Son capaces sus colaboradores de decirle la verdad, aún a costa de sus propios intereses? ¿Por qué sus intereses difieren de los suyos? ¿No deberían ser los mismos?

    • AntonioAntonio05-28-2014

      Muy interesante Adrián! Muchas gracias por tu aporte.
      Decirte sin embargo que pienso que la mayor parte de jefes desinformados quizás no han definido con claridad cual es la información que consideran relevante. Esto será difícil que lo adivinen sus colaboradores, quienes por el lugar que opcupan en la organización, tienen menos visión de conjunto.
      Por otra parte es propio de muchos jefes que no quieran ver la “realidad”, en especial cuando parece que va contra sus intereses… Esto el empleado lo percibe, y lo mal dispone a hablar claro… Los humanos perciben la honestidad intelectual como un valor preciado… siempre que no se interponga demasiado con sus propios deseos y querencias. ¡Que somos un poco acomodaticios, vamos!

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