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Los grandes éxitos empiezan con 3 palabras clave

Las palabras tienen un poder que a veces no respetamos… y así nos va. Cuántas veces no has escuchado las últimas semanas frases como:

     “Quiero un trabajo, pero….”
     “Tengo que reinventarme…”
     “Tengo que reciclarme….”
     “Tengo que diferenciarme de los demás….”
     “Tengo que hacerle la pelota al jefe,… ¡para sobrevivir!”
     “Estudiaré un Máster…”
     “Me haré Community Manager…”

Todas estas palabras denotan un deseo de actuar… lo cual es positivo. Pero a menudo son soluciones apresuradas que han obviado el punto central: realmente, ¿cómo quiero resolver el problema?…. y más concretamente ¿cuál es realmente el problema que quiero resolver? Proyectamos soluciones a nuestras necesidades demasiado deprisa, sin identificar ni definir correctamente el problema.

Las tres palabras clave, previas a la solución, parece que son:

(…ganarme la vida, aumentar las ventas, crear una empresa,… subsistir)?

Las frases listadas más arriba inhiben la creatividad en vez de estimularla. Nos pueden llevar a recorrer caminos que no lleven a ninguna parte. Mientras que las palabras “¿Cómo podríamos nosotros…?” encienden la chispa de la imaginación y propician una abierta colaboración para buscar una solución innovadora en un equipo de trabajo. Presentan un reto, para el que aparecen muchas opciones a descubrir. Es verdad que afortunadamente en el mundo de la empresa hay gente que se pregunta “¿Cómo deberíamos hacer esto…?” o bien “¿Cómo podemos hacer esto otro…?”… Pero la palabra “deberíamos” implica un juicio de valor previo coercitivo que no ayuda a las personas a crear opciones con toda libertad, ni a contemplar todas las posibilidades…. Las palabras “¿cómo podríamos nosotros…”? no tienen este inconveniente.

Ciertamente que el gran potenciador de estas tres palabras es un “¿Porqué…?” anterior. Este “¿Porqué…?” es el que permite llegar a construir la frase que constituye de verdad el principio del éxito. Ya que el “porqué” da sentido a lo que queremos resolver. Justifica nuestro esfuerzo. Si no hay un “porqué” no habrá esfuerzo. Si no tengo razones poderosas para trabajar, no trabajaré… ni buscaré una manera de hacerlo. Quizás este sea el caso de algún desempleado… ¿No crees que puede darse?

Tanto a nivel personal como organizacional, derrochamos muchas energías haciendo las preguntas equivocadas y tratando de resolver los problemas secundarios. En la universidad no se nos enseña a “encontrar” el verdadero problema… y mucho menos a definirlo.

Las preguntas tipo “¿Cómo podría/mos yo/nosotros….” es mejor no utilizarlas para resolver problemas demasiado amplios como por ejemplo el calentamiento global, o demasiado limitados como disminuir el consumo de electricidad de la oficina en un 6 % mensual… Pero si adquirimos el hábito de utilizar esta manera de interrogarse, podremos afrontar con éxito casi cualquier desafío por ambicioso que sea, siempre que sea realizable… y tengamos un “porqué” contundente por el cual afrontarlo. Frederick Nietzsche nos hizo caer en la cuenta de este ‘pequeño detalle’, hace ya algún tiempo, cuando dijo aquello de “Si hay un porqué, encontraremos el cómo. Si hay un porqué hacerlo, encontraremos cómo hacerlo.

¿Crees que podrías mejorar algo de tu vida profesional, haciéndote la pregunta “¿Cómo podría yo…?”……? Leeremos complacidos tus ideas sobre esta cuestión, si nos las comentas…

Image credit: bloomua / 123RF Stock Photo

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