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Los 5 puntos más olvidados en un curso online

Si bien es cierto que vivimos en internet una extraordinaria explosión de cursos online, en opinión de muchos expertos los que hay realmente “buenos” (eficaces, motivadores, atractivos, etc.) son muy pocos. Al parecer casi nos encontramos en la edad de piedra en lo que se refiere al aprovechamiento de las nuevas tecnologías para la formación online. Parece incluso que apenas hemos conseguido ponernos de acuerdo sobre cuáles son los principales puntos a tener en cuenta, para diseñar un buen curso de e-learning.

Sin ánimo de dogmatizar y solamente a modo de apunte, relacionamos a continuación lo que nos parece que son los 5 puntos que más se olvidan, y sin embargo esenciales a la hora de crear un curso mínimamente aceptable.

  1. ¿Qué quiere aprender el alumno? …que no es lo mismo que “esto es lo que voy a enseñar a la gente”. Es obvio que el formador tiene que decidir a priori cuál es la temática sobre la que va a versar el curso online que quiere impartir; pero puesto que no puede darse “todo” lo relativo a una temática, hay que seleccionar lo más relevante. Y lo más relevante no es “lo que a mí me parece que es más relevante”… sino lo más relevante en opinión del alumno… Es decir: hay que pensar en fórmulas para que, dentro de un orden, se puedan identificar y atender las peticiones específicas del alumno o participante. Sus posibles objetivos no deberían ser muchos: idealmente tendrían que poder resumirse en cuatro o cinco metas.
  2. ¿Cuáles son los conocimientos y las habilidades que necesita el alumno para conseguir “su/s” objetivos de aprendizaje? La razón de ser de un curso es ayudar al asistente virtual (y/o presencial) a ser más competente en algo; y ser más competente quiere decir mejorar en actitud, en conocimientos y en habilidades -en ese “algo”-. Cualquier cosa pues, que no ayude al alumno a motivarse, estar más informado o a mejorar en las habilidades concretas que precisa para lograr sus objetivos de aprendizaje, es irrelevante. El contenido del curso debe estar enfocado al objetivo.
  3. ¿Cómo mostrará el alumno lo que ha aprendido? Un curso que olvida este punto no es un gran curso. Puesto que el alumno quiere aprender cosas específicas, hay que darle la oportunidad de constatar (por sí mismo y/o a través de otras personas), que realmente lo ha conseguido. Solo con esta idea en mente será posible establecer objetivos de aprendizaje muy específicos en términos de su consecución, actividades de aprendizaje muy orientadas al objetivo, y un diseño adecuado de los procedimientos de evaluación del alumnado.
  4. ¿Qué trabajos y/o actividades pueden ayudar al alumno a conseguir sus objetivos de aprendizaje? Es decir: ¿qué actividades pueden ayudar al alumno a comprender, recordar, aplicar, analizar, evaluar y crear lo necesario, para llegar a ser competente en aquello en que desea serlo?
  5. ¿Qué actividades y maneras de enseñar son más motivadoras para lograr la máxima implicación del alumno? A lo largo del proceso de aprendizaje, el alumno tendrá que leer, pensar, debatir, llevar a cabo tareas… y aprender. Y el gran desafío de la formación online es conseguir que al alumno le parezca arrobadoramente seductor, hacer todo esto y más…

Como se ve, diseñar un buen curso online es esencialmente una cuestión de empatía y de imaginación… como en la formación presencial. Y la tecnología, solo debería ser un instrumento al servicio de estas dos grandes cualidades del buen formador. Lo que necesita el e-learning para llegar a brillar, son pues buenos formadores presenciales que aprendan a utilizar sus cualidades en un entorno digital.

¿Crees que falta algún otro punto clave, para asegurar la creación de un buen curso online?



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