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  • No tengo empleo y estoy desmotivad@… ¿Qué puedo hacer?

    En los últimos meses he escuchado muchas veces esto: “Estoy en el paro, debería buscar empleo, pero estoy completamente desmotivado/a. Somos un montón de gente buscando lo mismo. ¿Cómo voy a conseguir una entrevista? ¿Cómo voy a lograr que alguien me emplee, con tantas personas buscando y tan pocos puestos de trabajo –según los periódicos cada vez menos-?”

    No hay duda de que el desempleo masivo, -más de cinco millones de personas en España- pone a prueba nuestra habilidad para motivarnos, una habilidad para la que no estamos preparados. Nadie nos la ha enseñado. No sabemos por dónde empezar. Y sin embargo, intuimos que si nuestra motivación fuera un poco más alta, las cosas nos irían mejor… Pues “quien pide recibe, quien busca encuentra, quien llama se le abre,…”… Es algo que todos podemos constatar una y otra vez a lo largo de la vida… Las cosas son así. Pero si estás desmotivado, no pides, no buscas, ni llamas… o lo poco que haces, no es lo bastante eficaz…

    Sugerimos a continuación tres ejercicios con poderes casi mágicos. Después de llevarlos a cabo será muy difícil seguir desmotivado.

    1. Dedica un cuarto de hora a escribir en un papel en un lugar tranquilo, todas las razones que se te ocurran por las cuales tienes que buscar trabajo. Desde las más obvias a las menos aparentes. Sin pensar en ninguna guía ni ninguna referencia. Lo que se te ocurra. Y cuantas más razones te parezca que tienes, mejor.
    2. Durante media hora en un lugar tranquilo, dedícate a enumerar y a rememorar  todos tus éxitos, de cualquier clase que sean, alcanzados desde que has nacido. Lístalos en un papel. Entiéndase por éxito algo por lo que luchaste y eventualmente conseguiste.
    3. Subdivide en tareas alcanzables pero que impliquen un reto, tu trabajo del día dedicado a la búsqueda de empleo.  Hazte pequeños propósitos diarios que puedas conseguir, y luego celebrar. La clave es que signifiquen un cierto reto para ti. Si son demasiado fáciles no disfrutarás de la celebración…ni te permitirán avanzar…

    Repasa cada día tus escritos 1 y 2, y rectifícalos si te parece necesario. En cuanto al punto 3, ves aumentando el reto en días sucesivos, en la medida en que te sientas capaz de abarcar más y más trabajo. Llueva, truene o relampaguee, cada día deberías dedicar ocho horas al trabajo de buscar trabajo. Este es tu actual “empleo”. Si trabajas con este método, serás invencible. Si el método no te funciona, dime por qué crees que no te ha funcionado. Hasta donde he podido comprobar, funciona siempre. Y si no, prueba alguna de estas fórmulas para motivarte: alguna te irá bien. ¡Te deseo mucha suerte!




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  • “Qué bien estás calladit@…”

    Parece una frase un poco despótica destinada a sumirte en el silencio de los que no cuentan en este mundo… pero… ¡¡quién sabe si siguiendo este mandato, logras incluso un empleo!!

    Hace poco estaba yo muy embebido en mi propio discurso, contándole a un cliente potencial que nos lo ponía difícil, las mil maravillas de nuestras sesiones formativas… Mi colega y yo habíamos tropezado por casualidad con él, y yo decidí no dejarle escapar esta vez. Pero a partir del minuto tres de mi perorata, yo no entendía por qué, mi colega se me aproximaba demasiado y presionaba insistentemente mi costado con su codo… Yo seguía hablando procurando concentrarme en mi discurso, diciéndome a mí mismo que esta vez no podía fallar… pero mi colega seguía empecinado en su extraña conducta…

    El potencial cliente estaba allí mirándome, de una forma que a mí me parecía cada vez menos amigable. Empecé a sentir calor y una opresión en el cuello de tanto tratar infructuosamente de convencerle… y en este momento mi colega va y dice: “…hay una cosa que has olvidado contarle a este señor”… y al mismo tiempo me da un papel en el que leo: ¡CÁLLATE!

    Quedé súbitamente mudo y atónito. Momento que mi colega, como si no hubiera pasado nada, aprovecha para interrogar con breves preguntas en voz baja y en tono de complicidad, a nuestro improvisado interlocutor… Al punto, aquel posible cliente que a mí me parecía la persona más impermeable de este mundo, empezó a sentirse cómodo y a hablarnos animadamente de su particular y personal necesidad formativa… En realidad se sentía tan confortable por el hecho de que mi amigo y colega le hacía preguntas pertinentes, y se mantenía callado para que él pudiera expresarse, que acabó citándonos para el día siguiente en su despacho para una conversación de negocios más formal.

    Y es que los mejores comunicadores de este mundo lo que dominan no es el arte de hablar… sino el arte del silencio. Hablar, todo el mundo sabe hacerlo. Escuchar es mucho más difícil, y sin embargo mucho más efectivo… Constantemente hay que recodar los tres principios clave de la comunicación:

    1. El silencio “interroga”. Permanece deliberadamente en silencio, para animar a tu interlocutor a pensar. Esta actividad involucra más que escuchar. Pero pensar genera cierta incomodidad: no rescates al otro de la tensión del silencio.
    2. Escucha con precisión lo que te dicen. Identifica las distorsiones y generalizaciones. Todo tenemos tendencia a distorsionar los hechos y a generalizar demasiado.
    3. Escucha con precisión lo que no te dicen. Localiza lo que está “borrado” en el discurso del que habla. ¿Qué evitan decirte? ¿Qué hace sentir incómodo a tu interlocutor?

    Proyectamos nuestra sensibilidad, nuestras querencias, nuestros valores, nuestras inclinaciones, nuestros sueños… en nuestra selectiva visión de las cosas.

    Callado y con las antenas bien puestas, se llega más lejos.



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  • ¡No te reinventes por favor!

    Hace poco tuve una conversación con una amiga de hondas percepciones, y convinimos enseguida en una cosa: es mejor que no te reinventes… o por lo menos es mejor no hacerlo, en la acepción más generalizada de la palabra “reinventarse”.

    Algunas palabras tienen un gran poder, y rápidamente calan en la sociedad; y “reinventarse” es una de ellas… Sin embargo el significado que se le da, a veces no tiene nada que ver con el que quisieron darle los que empezaron a usarla… El otro día leí lo siguiente: “Reinventarse es una palabra que implica un giro de 180 grados a fin de cambiar algo de manera total generando algo totalmente nuevo, renovado. Todo evoluciona y cambia, entonces ¿Por qué no puedes hacerlo tú?”

    Si para encontrar empleo, entenderme con mi pareja o ser más feliz tengo que hacer esto, entonces apaga y vámonos. Porque ¿puede una persona cambiarse “de manera total, generando algo totalmente nuevo”? La respuesta taxativa y sin apelaciones es NO. Y sin embargo a fuerza de escucharlo nos creemos en la obligación de intentarlo, para aumentar nuestra “empleabilidad”; y cuando nos ponemos por la labor nos deprimimos, porque nos parece una tarea de titanes. En realidad lo es, porque no es posible.

    El ser humano no es capaz de convertirse en un transformer, y pasar del formato camión a gigante semihumano como los protagonistas de la película Transformers. Si que tiene el poder que le confiere su libre albedrío, de practicar ciertas conductas en las que si intenta mejorar de manera habitual, le harán tomar mejores decisiones, o decidirse por objetivos más interesantes, o gestionar mejor su tiempo, o relacionarse mejor con los demás, o gestionar mejor el estrés… Pero una persona no puede cambiar de forma notable la impronta de sus dominancias cerebrales –maneras predilectas de enfocar la vida-, fruto de su código genético y de sus primeras experiencias. Hay individuos introvertidos o extrovertidos, rígidos o muy abiertos, sociables o solitarios, estables o inestables, concienzudos o los que van más a bulto… Y en estas facetas lo que uno es, no se cambia así como así. (Ver: Las pautas para reinventarse, según el psiquiatra Luis Rojas Marcos).

    Por lo que sabemos hoy de lo que una persona es, intentar mejorar en habilidades personales, y esforzarse un poco por conocer más a fondo nuestras dominancias cerebrales, parece más útil y factible que reinventarse. La pregunta clave es: ¿para qué sirvo y en qué puedo mejorar? Y a continuación busca el lugar en que ‘tú’ puedas ser ‘tú’ mismo. No otra persona totalmente nueva. Esto es posible, y si lo consigues, tu vida laboral será más productiva, satisfactoria y feliz. Procuraremos dar pistas de cómo hacer esto en un próximo post… pero de momento te será práctico ir poniendo en un papel las respuestas que se te ocurran a esta pregunta crucial… ¿para qué sirvo y en qué puedo mejorar?



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  • Entrevista en EL PUNT AVUI sobre AUTOMOTIVACIÓN

    Con motivo de la nueva publicación de mi libro AUTOMOTIVACIÓN con cubierta actualizada, Francesc Muñoz del PUNT AVUI me hace una entrevista que aparece publicada hoy en este periódico. Puede leerse a continuación: Entrevista en EL PUNT AVUI sobre AUTOMOTIVACIÓN.



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