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  • ¿Qué hago si mi jefe no me cae bien?

    No es por desmoralizar a nadie, pero lo cierto es que a lo largo de una vida laboral como empleado, no será frecuente que tu jefe te caiga bien. Las razones son varias: hay pocos “buenos jefes”; en nuestra cultura hay un extendido rechazo de las figuras que detentan autoridad; “una cosa son nuestros amigos y otra cosa las personas para las que trabajamos”…decimos, etc. etc. Pero en cualquier empleo –aunque sea un buen empleo- habrá un jefe, y no necesariamente un buen jefe… ¿Qué hacer si en conjunto el trabajo me atrae, pero mi jefe me cae fatal?

    Hay personas que aunque sean grandes y reconocidos profesionales en su campo… nos caen mal. Tienen un no sé qué que nos disgusta. Parecen demasiado narcisistas, prepotentes o egocéntricas…. Pero si hablas del tema con un amigo, te dirá: “Es un gran profesional y para mi lo inteligente es entenderse con esta persona; no tiene porque gustarte….”…Y tú, en el fondo de ti mismo, sabes que tiene razón. ¿Qué hacer entonces?

    Lo más obvio y lo primero que se te ocurre es: despersonaliza la relación. Es decir, trata de mirar a otra parte y de sobrellevarlo. Limítate a mantener una estricta relación de negocios con él, y nada más. Relaciónate con tu jefe con la cabeza y esconde tu corazón. Una receta difícil de aplicar.

    El mundo se rige por las emociones de las personas, y las emociones negativas que nos suscitan otros seres humanos –en especial si nuestra convivencia con ellos es continuada-  nos hacen hacer y decir tonterías, y perdemos en ello mucha tiempo y energía con quejas constantes, fantasías sobre supuestas conversaciones “aclaratorias” con ellos que nunca mantendremos… o que si llegamos a hacerlo, luego vemos que no han servido para gran cosa… -por no decir que a menudo son completamente contraproducentes-.

    Y un hecho adicional. Cuando alguien te cae mal, el otro lo sabe; a veces ni hace falta que nadie se lo diga -porque estas cosas se intuyen-. Y si alguien sabe que a ti te cae mal, no va a quererte mucho que digamos. Y si a ti no te gusta trabajar para un jefe que te disgusta, trata de imaginar lo interesante que le resultas a él… ¡¡si tampoco le caes bien…!!

    Así pues si tu jefe te cae mal, difícilmente funcionará mirar a otra parte y sobrellevarlo. Más efectivo será analizar las causas de tu antipatía hacia esta persona. Este nuevo enfoque, hace mucho más interesante tener un jefe que no te agrada, porque presenta el reto de entenderte con él, aumentando al mismo tiempo tu autoconocimiento…

    Alguien ha dicho que “una crítica es una confesión”. Si hay algo que no te gusta de otra persona, a lo mejor es porque esto es precisamente lo que no te gusta de ti. Si alguien te parece avaro, prepotente, distante o mezquino, piensa: “¿Hasta qué punto soy yo alguna de estas cosas?” Es probable que tu jefe no te guste simplemente porque te recuerda lo que no te gusta de ti. Si este es el caso, la solución a nuestro dilema es sencilla; pues para superar lo que te disgusta de otra persona, hay que tratar primero de superar lo que te disgusta de ti mismo. ¿Cómo hacerlo?

    Trata de utilizar a tu jefe para entenderte mejor a ti mismo. ¿Qué es lo que te molesta tanto de tu jefe? Trata de entrar un poco en su esencia sin quedarte en lo superficial, y pregúntate: ¿Qué es lo que dispara tu malestar en su persona o maneras de hacer? ¿Qué es lo que realmente odias de él?… y luego considera hasta que punto tus respuestas, son un reflejo de ti mismo…

    En la medida en que identifiques estos rasgos en ti mismo empezarás a poder convivir con tu propia complejidad… Es decir, empezarás a aceptar estos rasgos en ti… y en la medida en que lo hagas, los aceptarás en tu jefe. De hecho empezará a gustarte… porque si comprendes que ser narcisista, prepotente o egocéntrico son también rasgos que forman parte de ti, y que te son útiles en su justa medida… comprenderás también a tu jefe… Y comprender, es el primer paso para perdonar, aceptar… y eventualmente estrechar lazos con otra persona.

    ¿Has detestado alguna vez a alguien, para descubrir después que en realidad estabas detestando sus conductas en ti mismo?   

    Image credit: Cole123RF / 123RF Foto de archivo<

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  • Cómo conseguir empleo “a pesar” de tu edad: 10 ideas

    El tema de la edad es seguramente uno de los más controvertidos en la búsqueda de empleo. Casi nadie cree tener  la edad adecuada para encontrar trabajo, en particular cuando supera cierta frontera… Y sin embargo, no se sabe con certeza donde está esta frontera. Hay quien se siente demasiado mayor a partir de los 55 años de edad; pero también hay quien se ve así a partir de los 40… Y no es raro encontrar personas en empresas de alta tecnología, que se sienten mayores porque…  ¡han alcanzado los 30! …

    Lo cierto es que la cosa no es sencilla, y aun menos en un mercado de trabajo estrecho con poca oferta y mucha demanda. Casi todos conocemos a alguien que ha buscado empleo con tesón, y que aparentemente no logra ni tan siquiera que le entrevisten…”por razones de edad”… según nos cuenta…

    En general, se supone que es más fácil encontrar trabajo si tienes alguna experiencia, y estás en la franja que va de los 30 a los 50 años de edad. Cuando tienes  menos de 30, parece que la sociedad te pide que entregues tu trabajo a cambio de experiencia, y a lo sumo un sueldo muy bajo o ninguno… Y cuando superas los 50, se te invita a que transmitas tu experiencia a una persona más joven, y que tenga menos necesidades económicas que tu… (es decir, que esté dispuesta a cobrar menos haciendo lo mismo que tú hacías…)…  Un cúmulo de despropósitos que algún día tendremos que repensar, si queremos que sea habitable un mundo en el que cada vez habrá más gente mayor y más jóvenes sin trabajo…

    Bien: soy mayor. ¿Y qué?  ¿Qué hacer para conseguir entrevistas… y finalmente un empleo? He aquí algunas ideas:

    • A la hora de buscar trabajo, vamos todos demasiado solos. Esto hace que busquemos trabajo de manera un tanto anárquica, y por tanto poco eficaz. Busca una persona o institución (muy profesional) que te acompañe en tu búsqueda. Esto hará que tu esfuerzo sea mucho más disciplinado.
    • Recíclate. Actualiza tus conocimientos y destrezas. Estudia. Hoy puedes formarte en prácticamente cualquier cosa, gratis o a muy bajo costo.
    • Considera la posibilidad de hacer un cambio de carrera. Puede ser mucho más sencillo de lo que crees.
    • Crea cartas de presentación que destaquen tus puntos fuertes en función de lo que creas que puede estar buscando el receptor. Limita al máximo el envío de cartas estándar, siempre menos eficaces. Vende tu candidatura de manera efectiva.
    • No hagas en tu CV, extensas listas cronológicas de lo que has hecho a lo largo de tu vida profesional. Limita lo que incluyes para no dar la impresión de que eres más viejo que Matusalén.  Destaca solamente tus experiencias más relevantes para el empleador.
    • Si a lo largo de tu vida de trabajo has tenido muchos empleos, no es necesario citarlos todos en tu CV. Seguramente enumerando los pocos más recientes, será suficiente.
    • Si tienes algún título, diploma o licenciatura, no cites en tu CV el año en que lo obtuviste.
    • Tengas la edad que tengas siempre puedes encontrar formas ingeniosas de rejuvenecer tu imagen sin que la gente se ría de ti.
    • Utiliza y amplía tu red personal de contactos. Continúa siendo un método esencial para moverse en el mundo del empleo. Adquiere destrezas para adquirir y explotar tu reputación en las redes sociales… sin dejar de trabajar tu red de contactos off line.
    • En la búsqueda de trabajo nunca hay que darse por vencido, porque siempre, en algún lugar, habrá un empleador potencial que reconocerá tus conocimientos, tus competencias, tu experticia, y tu profesionalidad… más allá de cualquier consideración sobre tu edad, sea esta la que fuere….

    ¿Hay alguna idea que te gustaría añadir a esta lista, en base a tus conocimientos o experiencias? Nos gustará leerla.

    Image credit: Cole123RF / 123RF Foto de archivo

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  • ¿Padeces el síndrome del “arreglamundos”? (Yo sí)

    El síndrome del “arreglamundos” nos ataca a las personas cuando la realidad cambia muy rápidamente a nuestro alrededor. Desde el punto de vista racional, lo que tocaría hacer es adaptarse y ya está. Pero somos todo menos racionales… y por esto, en vez de actuar racionalmente, nos comportamos de acuerdo a los dictados de este curioso síndrome, que nos induce a hacer lo siguiente –más o menos en este orden-:

    1. Negar que lo que ha cambiado ha cambiado. Quizás en algún momento de lucidez pensamos o decimos: “¡esto ha cambiado!”… Pero nuestro comportamiento sigue siendo el mismo de siempre, como si nada hubiera cambiado. Puesto que lo que hacíamos en el pasado nos funcionaba, seguimos haciendo exactamente lo mismo en el presente… sin atinar en que hacer lo mismo, ahora, no conduce a nada.

    2. Puesto que lo que hacemos ahora no conduce a nada, no nos aporta nada, y no conseguimos nada (de lo que esperamos conseguir)… nuestra frustración nos lleva a buscar culpables… Lo cual es un juego completamente inútil porque aun suponiendo que los haya, el cambio ya ha ocurrido, y nada va a hacer que el pasado vuelva… Sin embargo insistimos en buscar culpables y por supuesto los encontramos… y ¡muchos!. Actualmente nuestros culpables preferidos son los políticos, los gobernantes, la banca, los ricos y los economistas… si bien hay quien amplía el abanico de causantes de su tragedia, a la pareja, la suegra, el jefe, los hijos, o los amigos…

    3. Una vez tenemos localizados a los “culpables”, el síndrome nos lleva a gastar una cantidad enorme de energía a criticarlos, energía que estaría mucho mejor invertida en asumir el cambio, y en aprovechar las oportunidades que nos brinda. Sin embargo nosotros erre que erre contra los culpables: con razón o sin ella los dejamos a caldo, primero mentalmente, luego de palabra, y si pudiéramos, a más de uno le tiraríamos un tomate si se presentara la ocasión.

    4. Y ahora es cuando nos dedicamos a hacer lo que el nombre del síndrome sugiere: “arreglar el mundo”. Puesto que toda esta ristra de culpables es la causante de nuestros ‘supuestos’ males (desde que el mundo es mundo las cosas no han dejado de cambiar… y ojalá siga siendo así porque sino moriremos de aburrimiento…), ahora la tarea es pensar en cosas que nuestros “verdugos” habrían podido hacer y no han hecho… y a explicarlas y/o escribirlas por doquier. El hecho de que no tengamos ni idea (porque nuestra profesión o condición son otros) de lo que es ser gobernante, rico/o, suegro/a o jefe… nos importa un soberano comino; nosotros lo sabemos todo, y los culpables nada. Así es que nos vamos a dedicar a “enseñarles”… o al acoso y derribo… (para que luego llegue otro “culpable” que hará más o menos lo mismo…)…

    Llegados a este punto hay tres categorías de personas:

    • Las que nos acaba divirtiendo este curioso síndrome… y ya no lo abandonamos por el resto de nuestras vidas (es comprensible: proporciona un cierto sentido de superioridad con respecto al resto de los mortales “pasivos” –dice el “arreglamundos” inveterado-…)…
    • Las que se dan cuenta de que se trata de un síndrome engañoso, que tiende a propiciar un enorme derroche de tiempo y fuerzas físicas y mentales… Fuerzas que podríamos destinar a afrontar inteligentemente el cambio, con el fin de adaptarnos para mejorar nuestras vidas y las de los demás…
    • Las que viven a caballo entre las anteriores categorías a) y b). Estas personas somos probablemente la mayoría…

    Y por supuesto, la pregunta del millón es: ¿con cuál de estas tres categorías de personas te identificas más?

    Image credit: Cole123RF / 123RF Foto de archivo

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  • ¿Has encontrado ya tu pasión? 7 formas de hacerlo

    Muchas personas todavía piensan que encontrar su pasión, es encontrar la pareja ideal… sin caer en la cuenta de que si ha de ser ‘ideal’… no existe más que en el mundo de las ideas. Es verdad que un encuentro entre dos personas puede resultar apasionante. Pero mantener esta pasión es un arte en el que cuesta sobresalir. Es más: a juzgar por lo que ocurre a nuestro alrededor, parece que en nuestra cultura cada vez se dan menos las condiciones necesarias, para que la pasión en la pareja se mantenga toda una vida.

    En cambio hay otra pasión; una pasión duradera y que nunca muere… y que crece y crece con el tiempo… Es la pasión de hacer aquello para lo que uno ha nacido. El ejercicio de los propios talentos en una actividad en la que obtenemos buenos resultados sin un esfuerzo desmesurado, genera esta clase de pasión que no caduca. Porque si hago algo que me sale bien, porque tengo lo que hace falta para hacerlo bien, esa actividad me apasionará… y me apetecerá llevarla a cabo una vez, y otra, y otra, y otra… Y como resultado, con el tiempo seré aun más competente en ella, y me apasionará cada vez más…

    Y sin embargo, ayudamos poco o nada a los niños y jóvenes a descubrir esta pasión… Y así, de mayores damos prioridad a “tener un trabajo” (no importa cual)… con la finalidad de “pagar la hipoteca” (no sabemos muy bien porqué…)… Y de este modo transcurre nuestra vida, dedicada a actividades que tienen que ver poco o nada con nuestra verdadera pasión, con nuestros verdaderos talentos naturales, ese particular paquete de talentos que nos hace únicos… No es raro que la mitad de la población no tenga ganas de ir a trabajar. ¿A quien le gusta dedicar su tiempo a tareas que no le apasionan?

    Proponemos 7 formas sencillas, de saber cuál es nuestra pasión –si es que no la sabemos ya-… Otro día hablaremos de cómo “vivir” esta pasión. Porque una cosa es saber lo que me gustaría hacer… y otra cosa es hacerlo. Hablemos ahora de cómo averiguar lo primero:

    1. Relájate en un lugar agradable, solitario y tranquilo, y luego, viaja al fondo de tu corazón. Pregúntate: ¿si no tuviera ningún miedo a fracasar, y me lo pudiera permitir económicamente, qué es lo que más me gustaría hacer? ¿de qué forma me dice “mi corazón” que puedo contribuir más y mejor en el planeta Tierra? ¿qué aportaciones haría yo al mundo? Se trata de escuchar al corazón, de averiguar lo que “lo mueve”, porque mi corazón sabe mejor que mi mente lo que más me conviene.

    2. Lista en un papel, los campos de actividad en que has estado inmerso a lo largo de tu vida (niñez, juventud, quizás madurez…). Deportes, estudios, viajes, trabajos, empleos, hobbies,…. Y ahora trata de determinar, donde te sentías mejor. Donde eras más efectivo. Donde conseguiste mejores resultados…. Qué te apasionó y porqué…


    Felix Baumgartner (Foto: Reuters)

    3. Una prueba decisiva de talento en una actividad es hacerlo bien las primeras veces. Si te apuntas a un curso de tenis sin haber jugado nunca antes, pero sin embargo los viejos del lugar te dicen: “¿Tú ya has jugado antes a tenis, verdad?”… esta es una prueba de talento difícilmente refutable…  Y es muy probable que a partir de este momento, el tenis se convierta en tu deporte preferido.

    4. La mayor parte de nosotros tenemos algunos miedos irracionales. Identifica tus miedos y gestiónalos. Nuestros miedos son respuestas a acontecimientos que ya no existen. Si lo piensas, verás que la amenaza real que atenaza tu voluntad no está presente… más que en nuestras cabezas. Eleanor Roosvelt dijo: “Para perder el miedo, haz aquello que temes hacer”.

    5. Se ha dicho muchas veces pero no es por ello menos cierto, que el mayor obstáculo entre nuestra situación actual y aquella en la que nos gustaría estar, somos nosotros  mismos. Nuestro método predilecto para ‘no hacer’ es ponerse excusas. Una excusa es una ‘razón’ que nos damos a nosotros mismos para no hacer algo. Puestos a darnos razones -es gratis- tratemos mejor de listar respuestas a esta pregunta: ¿porqué ‘SI HACER’, lo que de verdad me gustaría hacer?. Verás que cuando estés lleno de poderosas razones para hacer lo que de verdad te gustaría hacer, tu voluntad será imparable.

    6. Ross Perot dijo: “Nunca, nunca, nunca… te des por vencido”. Los logros un poco significativos nunca llegan a la primera ni por casualidad. Hay muchos fracasos, obstáculos, adversidades y pruebas que vencer. Pero todo esto qué es, ante una persistencia y determinación a toda prueba… Cada obstáculo, cada fracaso, cada adversidad, cada prueba… es una oportunidad de aprender. Y tampoco hace falta vencerlo todo a la vez. Empieza por un paso pequeño, y no dejes de caminar. Sin prisa pero sin pausa… irás avanzando… Habrá subidas y bajadas; pero lo importante es no dejar de caminar.

    7. Haz una elección. Llega a una conclusión. No dejes que tu búsqueda se quede en lo etéreo… o con un resultado ambiguo… Seguramente descubrirás que no tienes una única pasión… porque no tienes un solo talento sino varios… Pero seguramente tus fortalezas serán dos, ó tres, quizás no más de cuatro… Tener claro que es lo que de verdad te apasiona, es el primer paso para vivir la vida que siempre soñaste y no te atreviste a llevar. La vida es demasiado corta para ser mezquina… La tenemos para hacer cosas que nos aporten satisfacciones a nosotros mismos y a los demás. Es una pena perderla en miedos y excusas estériles…

    Seguramente hay más cosas que pueden hacerse para conocer nuestra ‘pasión’.  Leeremos con interés cualquier comentario que nos hagas, y que permita enriquecer y ampliar estos siete puntos.

    Image credit: dudass / 123RF Foto de archivo

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